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Un efecto transitorio sobre la inflación y desaparición de la normalización de las economías... El petróleo en los 130 dólares y el gas en los 320 €/MWh

Un efecto transitorio sobre la inflación y desaparición de la normalización de las economías... El petróleo en los 130 dólares y el gas en los 320 €/MWh | FXMAG
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Contenido

  1. Antes de que esta normalización pudiera materializarse, la invasión de Ucrania añadió más gasolina a la inflación, con una presión inusitada sobre los precios energéticos y acentuando el alza de los alimentos
    1. Los movimientos han sido tan virulentos (la energía llegó a repuntar más de un 40% interanual en las principales economías avanzadas) que, a través de su presión sobre los costes de producción, el aumento de los precios energéticos se ha filtrado a una gran parte de la cesta de consumo: por ejemplo, en la eurozona se estima que los componentes «sensibles a la energía» han añadido más de 2 p. p. a la inflación de los servicios y casi 3 p. p. a la de los bienes (aproximadamente el 50% de la inflación en ambos casos).
  2. Con todo, la virulencia de 2022 tendrá, casi mecánicamente, un efecto bajista en 2023
    1. Repetir estas cifras en 2023 significaría ver precios extremadamente tensionados:

      Los desajustes entre oferta y demanda que provocó la pandemia debían tener un efecto transitorio sobre la inflación y, en ausencia de efectos de segunda ronda, desaparecer con la normalización de las economías. De hecho, los cuellos de botella se han ido deshaciendo y, según distintos indicadores, desde otoño de 2022 se encuentran en niveles de relativa poca tensión y contribuirán a frenar la inflación en 2023, aunque es difícil precisar a qué velocidad (la transmisión entre cuellos de botella y precios de consumo fue rápida en 2021, pero la evidencia histórica sugiere que puede haber rezagos que lleguen al año).

      Antes de que esta normalización pudiera materializarse, la invasión de Ucrania añadió más gasolina a la inflación, con una presión inusitada sobre los precios energéticos y acentuando el alza de los alimentos

      Los movimientos han sido tan virulentos (la energía llegó a repuntar más de un 40% interanual en las principales economías avanzadas) que, a través de su presión sobre los costes de producción, el aumento de los precios energéticos se ha filtrado a una gran parte de la cesta de consumo: por ejemplo, en la eurozona se estima que los componentes «sensibles a la energía» han añadido más de 2 p. p. a la inflación de los servicios y casi 3 p. p. a la de los bienes (aproximadamente el 50% de la inflación en ambos casos).

      Con todo, la virulencia de 2022 tendrá, casi mecánicamente, un efecto bajista en 2023

      Por un lado, hay que tener en cuenta que, en el conjunto de 2022, el petróleo y el gas, dos de los grandes determinantes de los precios energéticos, repuntaron un 60% (Brent) y 180% (TTF).

      Repetir estas cifras en 2023 significaría ver precios extremadamente tensionados:

      El petróleo en los 130 dólares y el gas en los 320 €/MWh. Pero la dinámica de los últimos meses ha sido la opuesta: los precios se han estabilizado y las previsiones (tanto de analistas como de futuros de mercado) sugieren que se mantendrán en cotas inferiores a las de 2022. Así, en ausencia de escenarios extremos, la fuerte contribución directa y positiva de la energía debería diluirse rápidamente (véase el primer gráfico).5 Por otro lado, los alimentos se están viendo afectados por efectos de segunda ronda (el alza de los propios alimentos, la energía y otros insumos) y las proyecciones no apuntan a una moderación antes de mediados o finales de 2023.


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      CaixaBank

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