¿Habrá otro proveedor que sustituya a Rusia? El petróleo ruso comienza a ser “re-etiquetado”


Hoy podemos leer la opinión del experto Efrén Arroyo Franco, que nos comenta lo que podemos encontrar en lo que respecta a la situación actual del petróleo crudo y el oro. ¿Qué nos podemos esperar del mercado de valores?
El inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania hace ahora un año, trae como consecuencia inmediata un aumento en el precio del barril de petróleo desde el entorno de los $80 hasta los $120.
Esta reacción del precio responde a la precepción de una más que probable escasez futura de la principal fuente de energía de en la economía actual de la que Rusia es el tercer mayor productor a nivel mundial muy cerca de Arabia Saudí. Esta escasez va a venir provocada por los efectos de la guerra y por la imposición de sanciones a la compra de petróleo ruso por parte de Europa, su principal cliente, que ahora debe buscar otro proveedor que sustituya a Rusia y que necesariamente deberá incrementar su producción en el corto plazo a fin de satisfacer la demanda europea.
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— negocios tv (@negocios_tv) February 21, 2023
Como resultado tenemos que no hay productor que pueda compensar la producción rusa dentro de la OPEP a corto ni a medio plazo, es más, se necesita que Rusia siga aportando su producción diaria de barriles de petróleo aunque oficialmente no se le compre directamente, sino que el petróleo ruso comienza a ser “re-etiquetado”, para que Europa pueda cumplir con estas sanciones auto impuestas y que solo perjudica a los europeos y a su industria. Hasta aquí el precio del petróleo no tiene forma de bajar.
Y aquí es donde EEUU convierte la necesidad en una oportunidad. Las carencias de abastecimiento de crudo en Europa comienzan a ser gradualmente compensadas por EEUU mediante la venta de sus reservas estratégicas, de forma que durante el pasado 2022, EEUU ha logrado vender buena parte de esas reservas a precios altos y obtener así unos suculentos beneficios, al tiempo que logra reducir el precio del barril expandiendo la oferta, lo cual ayuda de forma importante aunque transitoria en el control de la inflación.
Recientemente Rusia reacciona anunciando una reducción de su producción, con la intención de acercar el precio del barril de crudo al entorno de los $90, a lo que EEUU, el mayor productor mundial, responde liberando otros 23 millones de barriles más de sus reservas estratégicas en los próximos meses y así compensar la reducción rusa.
Esta guerra de precios en el crudo tiene un límite por cuanto con la última liberación de reservas americanas, éstas se situarán en niveles no vistos desde 1983.
En el actual contexto, a EEUU le conviene un precio de la energía relativamente bajo, que haga que los esfuerzos de la FED subiendo tipos de interés, tengan alguna repercusión en el control de la inflación, pero la estrategia de vaciar sus reservas estratégicas no podrá mantenerla por mucho tiempo.
La jugada será óptima si EEUU es capaz de vender gran parte de dicha reserva a precios altos para luego reponerla a precios bajos. A lograr este objetivo está ayudando el hecho de que la demanda mundial de crudo no consiga recuperar los niveles pre-pandemia. Pero definitivamente el golpe maestro seria forzar el fin del conflicto en Ucrania, lo que hundiría el precio del barril al menos a los 65$-70$, reponer sus reservas con beneficios y pasar a la siguiente pantalla.
En relación al precio del oro, lo primero que debemos tener en cuenta es que el oro siempre tiene el mismo valor. A lo largo de los siglos ha tenido la cualidad de conservar su capacidad de compra, por tanto, lo que varía es el valor de aquello con lo que lo referenciamos, a día de hoy el dólar estadounidense.
Además, el oro es el activo con mayor capitalización de mercado que existe, en torno a 12 billones de dólares y con una trayectoria como reserva de valor milenaria. Estas características, gran capitalización y varios milenios de valoración, hacen que sus movimientos de mercado sean pausados, pudiéndose mantener con gran estabilidad durante décadas, como sucedió en los 90 del siglo pasado, para posteriormente acometer una actualización de precios durante la década siguiente. De hecho, el precio actual de la onza de oro, es el mismo que en el máximo de agosto de 2011.
Pero ampliando la foto y yendo más al corto plazo, observamos un doble intento en los últimos 30 meses de alcanzar los $2100 por onza, que en ambos casos fue rechazado. Cuando se produce un rechazo sobre máximos, lo normal es que el precio baje a buscar soporte, iniciar un proceso de re acumulación y volver con mayor determinación a tratar de romper dicha resistencia más adelante.
Pero decíamos que el precio del oro se determina en función del valor de aquello con lo que lo referenciemos, el dólar, es por eso que hay que fijarse en qué está haciendo el dólar.
En abril de 2022 el precio del oro intentó romper máximos por segunda vez, y por segunda vez fracasó en un escenario macroeconómico que mostraba signos evidentes de que era necesaria una subida de tasas de interés de FED.
Al subir tipos, los inversores perciben como deseables los bonos de deuda del gobierno americano, que ofrecen seguridad, liquidez y algo de rentabilidad por lo que el dinero se refugia en bonos y en efectivo.
Llegamos al otoño de 2022 y el mensaje de la FED y su lucha contra la inflación, comienza a ponerse en duda, ya que mantener una subida de tipos en plena burbuja de la deuda no parece una buena idea y a partir de ciertos niveles comienza a asomar el riesgo de colapso de las cuentas públicas. Por tanto, desde finales de 2022, los inversores comienzan a dar por seguro que la FED pivoteará en algún momento de 2023, hecho que hará menos atractivos a los bonos, al disminuir su rentabilidad.
Como resultado, los inversores comienzan de nuevo a tomar posiciones en la reserva de valor tradicionalmente más segura, por lo que la caída de las últimas semanas hay que verla como una corrección sana del mercado que bien podría detenerse por encima de esos $1800 por onza.
No hay motivos para que la corrección sea mucho más profunda, ya que estamos a la espera de que la FED certifique las evidentes señales de que las subidas de tipos están próximas a concluir y será momento para que el oro haga su tercer intento de alcanzar los 2100, cosa que muy probablemente suceda este mismo año.
La respuesta corta sería que el banco de la reserva de Nueva Zelanda puede y debe aumentar los tipos de manera contundente y evitar así profundizar en ciertos desajustes que se comienzan a ver en el horizonte. Pero lo explicamos:
Una subida del RBNZ en 50 pb de los tipos de interés, situaría la tasa en 4.75%. Esta medida ayudaría al control de precios al consumo que se situó en el cuarto trimestre de 2022 en un 7.2% interanual, pero que para dicho trimestre Q4 fue del 1.4%, frente al 2.2% del Q3, lo que implica una mejoría global en el control de precios de la economía.
Dicha subida de tipos podría ser cuestionada si Nueva Zelanda tuviese una deuda pública importante, pero la situación en este sentido es bastante desahogada, ya que según sus previsiones económicas, en 2023 la deuda pública se situará en torno al 30% del PIB, lo que es una posición envidiable en el contexto occidental.
La subida de tipos por tanto no parece que vaya a ahogar las finanzas neozelandesas, pero sí ayudará a contener precios y revalorizar el dólar neozelandés (NZD) frente a otras divisas, lo que ayudará a corregir los desequilibrios de su balanza comercial, la cual presenta signos de debilidad en los últimos años debido a la composición agrícola de su economía, muy dependiente tecnológica y energéticamente del exterior, por lo que contar con una divisa más fuerte puede ayudar a corregir dicha balanza siempre y cuando sean capaces de no disminuir sus exportaciones a causa del encarecimiento de su divisa.